El nivel del lago de Meirama subió 2,5 metros desde las Navidades
El lago de Meirama, que ocupa la antigua mina a
cielo abierto de Limeisa, en Cerceda, crece a ojos vistas. Desde el 21
de diciembre pasado no ha parado de llover ni un solo día. Son 743,6
litros por metro cuadrado los que acumuló el pluviómetro instalado en el
centro del lago entre aquella fecha y el 11 de febrero. En esos
cincuenta y tres días, el nivel del lago ha crecido más de dos metros y
medio. «Ahora que queríamos que no se llenase tan rápido, el agua salta
por encima de las compuertas; está todo saturado», dice Álvaro
Fernández, uno de los técnicos encargados de la reconversión de la mina.
Buscan un llenado lento porque, a este ritmo, la lámina de agua podría
llegar antes de tiempo a la cota en la que está previsto construir el
desaguadero que comunicará el lago con la presa de Cecebre. No habrá
problemas, porque las acequias y canalizaciones construidas en su día
para mantener seco el fondo de la mina funcionan de nuevo al máximo y
desvían el exceso de lluvia hacia las cuencas adyacentes.
La vegetación ha ido conquistando los bordes del
lago, tapando terrazas y taludes de la antigua explotación minera. En
pleno febrero parece ya un paisaje de los Pirineos: la forma ovalada del
lago recuerda los lagos glaciares. La restauración de este espacio
comprende una intensa replantación con especies autóctonas. Una masa
compacta de abedules que desciende hasta la superficie acuática anuncia
ya un hermoso bosque de ribera. La pista que ha quedado tras levantar la
cinta transportadora que llevaba el lignito hasta la central térmica
será un paseo con árboles de sombra a cada lado. Se han ido eliminando
eucaliptos -excepto los que sujetan taludes- y plantando castaños,
carballos y abedules. Esta enorme finca de mil hectáreas de superficie
cuenta ya con 700 hectáreas de arbolado. «Queremos potenciar la
biodiversidad -añade Álvaro Fernández-, que aquí es muy rica, y no solo
la vegetal. El entorno del lago está lleno de conejos, liebres y
perdices». Como queriendo confirmar la afirmación del técnico, un zorro
pasa tranquilo por una de las pistas que bordean la ribera, a doscientos
metros de los visitantes.
Octubre 2009

Febrero 2014

Fuente La Voz de Galicia - Juan Carlos Martínez
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